Como muchos sabréis, hace unos días tuvimos el placer de visitar el museo que Mazda tiene en la ciudad alemana de Augsburg, un pequeño museo llamado Mazda Classic Automobile Museum Frey en el que vimos una interesante colección entre la que nos encontramos con un ejemplar que siempre nos ha gustado, el Mazda 323 GT-R.
La historia de este curioso compacto con tracción a las cuatro ruedas se remonta a junio de 1988, cuando Achim Warmblod, ex piloto de rallyes y presidente del Mazda Rally Team Europe (MRTE), envió ciertas sugerencias a la oficina central de Mazda ubicada en Hiroshima.
Warmblod, que por aquel entonces era doble campeón del nacional de rallys en Alemania, dejó caer a la central que la marca necesitaba encarecidamente un producto lo suficientemente interesante y llamativo como para atraer a un público más joven y entusiasta por la competición.
La visión de Warmblod pasaba por la creación, desarrollo y fabricación de un compacto picante basado en el Mazda 323.
En la carta al señor Yamanouchi, Warmblod ponía como ejemplo a Lancia y a su éxito con el Lancia Integrale que además permitía que el fabricante vendiera más coches de otros modelos, simplemente por el mero hecho de llevar el logo de la marca.
El ejemplo era claro, en 1987 Lancia logró vender casi 6000 unidades del Lancia Delta y para el año siguiente tenían previsto alcanzar las 8000 unidades a precios que dejaban mucha rentabilidad y daban mucho volumen a la marca. Este éxito de ventas también tiraba del resto de modelos de la marca que lograban incrementar sus ventas notablemente.
El objetivo en mete de Warmblod era producir al menos 5.000 unidades de la «versión limitada y picantona del compacto» (que es el requisito mínimo según las normas de la F.I.A.) para los clientes más jóvenes y entusiastas, algo que ayudaría a Mazda a crear una imagen nueva y más joven.
La respuesta desde las oficinas centrales no se demoró y era clara y concisa: «Estamos decididos a ganar el Campeonato Mundial de Rally, y el coche para realizar esa tarea es el 323 GT-R. Mazda comenzará a producir el coche en las cantidades necesarias para obtener la homologación para el WRC».
Los objetivos de la marca japonesa se apoyaban en tres pilares fundamentales. El primero de ellos era un motor tuviera la suficiente potencia como para ganar el título del Grupo A; El segundo pilar pasaba por obtener cierto equilibrio entre el motor y el chasis para ser competitivo en el Grupo N del WRC, donde las modificaciones están restringidas. Por último y no menos importante, la marca quería quiere sorprender a los aficionados con un modelo único.
Esta idea surgió después de dos estrepitosos fracasos de Mazda en el mundo de los rallyes y es que ya habían fracasado con el Grupo A con un Mazda 323 con tracción delantera y en el Grupo B con un Mazda RX-7 de tracción trasera.
En Mazda tenían muchas ganas y necesitaban demostrar su valía en las carreras de rally para competir con otros fabricantes japoneses y europeos.
En lugar de desarrollar un monstruo del Grupo B completamente nuevo, optaron por volver al Grupo A y llevar al fiable Mazda 323 a un nuevo nivel.
Esta nueva homologación especial para la carretera les permitiría enfrentarse al Grupo A. Equiparon el 323 con un nuevo sistema de tracción total y turboalimentaron el motor 1.6 litros de cuatro cilindros. Lo vendieron en dos versiones, primero el 323 GTX, que estaba disponible en Japón, Europa y EE. UU., y luego el 323 GT-R, que solo estaba disponible en Japón -aunque curiosamente terminaron llegando unos 500 unidades al mercado Alemán y otras más a otros países de Europa-.
En 1985 Mazda presentó el 323 4WD con un paquete opcional GTX. El coche venía de fábrica con 140 CV, pero para el coche de rally, Mazda aumentó la potencia hasta los nada despreciables 250 CV.
Se trataba de un coche pequeño muy ligero y muy ágil que se vendió en cantidades muy limitadas. El coche se produjo justo a tiempo para la caída del Grupo B, lo que dio a Mazda una posición ya segura en el Grupo A cuando otros fabricantes mejor financiados como Lancia tuvieron que reestructurarse y construir coches completamente nuevos. Mazda llevó coches a seis rallyes diferentes en la temporada de 1986, y terminó tres de ellos con un séptimo puesto como mejor resultado en el Rally de Nueva Zelanda.
En 1987 empezaron a tener más éxito ganando el Rally de Suecia y quedando en cuarta posición hasta en tres ocasiones.
En 1988, Mazda participó en 8 rallyes obteniendo la segunda posición en dos ocasiones. Estuvieron a punto de subir al podio en 1988, terminando cuartos en el campeonato de constructores.
En 1989 la cosa fue mucho mejor a pesar de ser el último año de la primera generación del 323 GTX. Utilizando siete pilotos diferentes, con hasta cuatro en cada rally, consiguieron dos victorias y dos segundos puestos, con nueve finales más. Esta exitosa temporada permitió a Maza alzarse en el tercer puesto en el campeonato de fabricantes.
Las cosas iban muy bien en Mazda y la central estaba contenta así que el mismo año que se alzaron con el tercer puesto en el campeonato, la marca presentó la nueva generación del Mazda 323 GTX. Se trataba de un modelo con una nueva carrocería y un nuevo motor turbo de 1,8 litros de cilindrada.
Tal y como os he comentado, toda la potencia se transfería a la ruedas a través de un sistema de tracción permanente a las cuatro ruedas y una caja de cambios manual de 5 velocidades.
Para que te hagas una idea de lo exclusivo del GT-R, tan sólo se ensamblaron 2500 unidades de las cuales llegaron a Europa algo más de 500.
El GTX tenía uno 185 CV de potencia, y la versión GT-R para el mercado japonés, vendido entre 1992 y 1993, tenía una versión de hasta 210 CV. La potencia de la versión de rally se elevó hasta los nada despreciables 280 CV. El modelo contaba con un sistema de tracción a las cuatro ruedas con diferencial central y diferencia Visco Lock trasero.
Cuando empezaron a utilizar la nueva generación en 1990, terminaron el primer rally en octava posición. Aunque pudieron conseguir resultados consistentes, los siguientes dos años de rally sólo se alzaron con un segundo puesto como mejor resultado, y cada año, desde 1990 hasta 1991, terminaron quintos en el campeonato de constructores. Esto hizo perder mucha fuerza al proyecto y se inició la retirada del apoyo oficial económico por parte de la marca.
Mazda se retiró del WRC después de 1991, pero trabajó en la homologación del 323 GT-R para 1993. El nuevo coche estuvo a cargo de varios equipos privados hasta que expiró su homologación en el año 2000. A pesar de los esfuerzos, el modelo no tuvo mucho éxito sin el respaldo total de la fábrica y a pesar de su competitivo motor de 300 CV, sólo se le ofreció la oportunidad de competir en un par de rallyes al año debido a los ajustados presupuestos. En el año 94, el modelo acabó segundo en el Rally de Suecia y esta fue la última ocasión que vimos a este unicornio en un podio.
Tal y como puedes ver, Mazda tuvo una breve pero intensa historia en el mundo de los rallyes y por eso este modelo es tan especial, bueno, por eso y porque tal y como puedes ver en la galería, el 323 GT-R cuenta con detalles -no solo mecánicos- que lo diferencian de un Mazda 323 convencional y es que luce paragolpes específicos, llantas específicas, unos grandes faros antiniebla frontales y un spoiler de gran tamaño ubicado en la parte superior de la luneta trasera.
Lo único que podemos soñar es en un momento en la historia en el que el coche hubiera seguido teniendo el respaldo de la marca. ¿Podrían haber competido con Subaru o Mitsubishi?.