No hace demasiado que la versión 500 de los diferentes modelos de Mercedes mejoró su inyección y su gestión electrónica que a grandes rasgos es lo que favorece la notable mejora de sus consumos y el aumento de potencia y par que rinde actualmente. Pero cuando parecía que no se podía sacar mucho más de este motor, aparecen uno señores que dicen poder afirmar lo contrario y demuestran que «otro tipo de 500» es posible.
Detrás de estas alegaciones se encuentra la prueba: El mismo bloque y las mismas características, solo que con sendos turbos de geometría variable y una admisión mejorada, que llevan los 388cv iniciales del E500 (actualmente y desde hace unos meses homologa 408), hasta los nada más y nada menos que 520 que puede llegar a rendir después de esto.
El resto de cifras, en la línea. Este V8 ahora consigue algo más de 800Nm de par, realiza el 0 a 100 en 4 segundos y medio y tras deslimitarlo se planta en 305Km/h como quien oye llover…
Después de todo esto solo cabe pensar únicamente qué pinta esta opción mecánica en el mercado, o mejor dicho, quien acudiría con su E500 a que se lo modificasen para alcanzar los números anteriores pudiendo dar un pequeño salto y ya comprarse el E63 AMG, y no andaríamos muy descaminados. Pero pinta. Claro que pinta.
El preparador alemán Väth no pretende hacer un pseudoE63AMG, sino ofrecer una opción similar, tan prestacional y más eficiente, pero sobretodo más individual y con mayor personalidad. Y lo ha conseguido, porque gustos al margen, por primera vez la imagen del conjunto se corresponde con la rabia que es capaz de desatar su mecánica.
Sucede que lo anterior estaría cojo si no se hubiera ido más allá. La individualización necesita ese factor flechazo imprescindible, mucho más incluso que el del enamoramiento. Seguramente después de conducirlo quedes prendado de él, pero si previamente no has sentido esa atracción fatal imprescindible en este tipo de versiones… es que el concepto falla.
Fruto de lo primero es que esta versión incorpora como elementos imprescindibles unas generosas llantas de 20 pulgadas con neumáticos 245 en el tren delantero y 285 en el de atrás, en una especie de acabado shadow-crome, con unos nuevos y generosos discos de freno de 395mm unidos a pinzas de 6 pistones y latiguillos Steelflex. Por demás, el frontal se redibuja sin la estrella y con menos cromo (algo clave) pero sobretodo con una defensa delantera más agresiva si cabe que la AMG, un paragolpes trasero al que le sucede lo mismo, ambos en fibra de carbono, y unos faldones laterales un poco más anchos que los del kit deportivo Mercedes.
Siempre he pensado que a un Mercedes de estas características, por mucha caballeriza que dome, si le quitan los cromados y su imagen elegante, es como si fuera menos Mercedes, pero este en concreto me gusta. Si tuviera cabida un coche más en mi gigantesco garaje mental (aunque parezca mentira, NO, ya no hay sitio) este tendría muchas posibilidades. Probablemente saliese con él de estrangis, puede incluso que de noche, buscando casi que no me vieran, como si cometiese un pecado por haber radicalizado uno de los modelos de Mercedes que inicialmente menos se prestarían a la radicalización. ¡Pero bendito pecado!
El resultado final da lugar a especulaciones. Para muchos será un AMG modificado, para otros un Clase E “con pintas”, pero casi ninguno sabrá lo que es en realidad y lo que esconde bajo el capó, y aquí es donde un purista declarado como yo, algo que me he cansado de cacarear en mi Twitter y en mi blog personal hasta la saciedad, se debatiría entre si apostar por el “““más racional y sobretodo tradicional””” (entre muchas comillas, claro) E63 AMG, o por esta locura anónima.
Creo que contra todo pronóstico, para sorpresa de los que me conocen y mía, ganaría el anonimato irracionalmente deportivo y arrebatadoramente elegante de esta versión biturbo del E500 W212.
Fuente: Vath