Si hay algo que ha caracterizado siempre a Mercedes-Benz son los grandes modelos que ha traído al mundo a lo largo de la historia. Hoy os vamos a hablar de otra de las estrellas de la marca que brilla con luz propia, el Mercedes 540 K Streamliner. Un vehículo que ya en la década de 1930 deslumbró al mundo con un coeficiente aerodinámico de tan sólo Cd = 0,36.
Si algo caracteriza a las décadas de 1920 y 1930 es el fuerte impulso que recibió la industria del automóvil. Nos situamos en una época que vio nacer las autopistas, una época en la que los viajes largos empezaron a verse favorecidos por carreteras bien asfaltadas que permitían circular a coches cada vez más seguros y rápidos, lo que supuso nuevos desafíos para los fabricantes de automóviles y la industria de accesorios asociados. Como es lógico, la industria del automóvil se aprovechó de este progreso. No sólo se empezaron a crear motores más potentes y suspensiones rediseñadas, sino que la preocupación por mejorar la aerodinámica se convirtió en uno de los aspectos más relevantes entre los fabricantes.
Como consecuencia de estos avances, Mercedes-Benz desarrolló su línea deportiva de modelos bautizada como 540K. Éstos suponían el top model deportivo de la marca en los años 30 y permitían incluso crear carrocerías personalizadas que se fabricaban a mano una a una. A este halo de exclusividad y como símbolo de la recuperación económica se sumó la creación de la “Unidad de producción de vehículos especiales» en la planta de Sindelfingen en 1932, la cual permitió el desarrollo de modelos únicos para satisfacer las necesidades de los clientes más exigentes. Si tener un coche en aquella época ya era un símbolo de riqueza y exclusividad, imaginaos lo que suponía tener un Mercedes con la insignia «Sindelfinger Karosserie”.
Belleza, elegancia, calidad y artesanía eran las máximas en aquella fábrica de obras de arte. De ella salían vehículos únicos. Y no sólo hablamos de los modelos más deportivos, también fue aquí donde se construyeron numerosas y diversas versiones de los modelos turboalimentados de la marca como los 380 (W 22), 500 K y 540 K (W 29) o el Gran Mercedes (W 07 y W 150). Una serie de vehículos de diseño atemporal que incluso hoy en día siguen fascinando a los asistentes de los eventos donde están presentes, como es el caso del Concurso de Elegancia de Pebble Beach, celebrado en California cada año.
Entre ellos se encontraba, como no podía ser de otra manera, el 540 K Streamliner, una unidad producida a principios de 1938 que en junio de ese mismo año se entregó al fabricante de neumáticos Dunlop. El objetivo era utilizarlo en la prueba de neumáticos de alto rendimiento para vehículos especialmente rápidos y pesados (podían alcanzar hasta las tres toneladas) que el fabricante estaba llevando a cabo. Gracias a un cuerpo de aluminio, unas líneas fluidas con interrupciones mínimas, un coeficiente aerodinámico de 0,36 y un motor turboalimentado de ocho cilindros que desarrollaba 180 CV, el 540K Streamliner se convertía en el vehículo perfecto para ello.
Durante la década de 1920 se hicieron grandes avances en aerodinámica y la influencia de los mismos se materializó cada vez más en el desarrollo de vehículos durante la década de 1930. El 540 K Streamliner de 1938 es un claro ejemplo de ello.
Pero no era especial únicamente por tratarse de una obra maestra del diseño, sino también por ser capaz de mostrar al mundo los resultados de la aplicación exhaustiva de los conocimientos que Mercedes había adquirido en las pruebas del túnel de viento. Era, básicamente, un laboratorio sobre ruedas. Conseguir velocidades superiores a los 140 km/h era una de las principales demandas de los clientes para los 540K en Sindelfinger, pero con un coeficiente aerodinámico en torno a 0,57 resultaba bastante difícil. Sin embargo, el afán de superación llevó a los ingenieros a crear el Streamliner, un vehículo que mejoraba considerablemente la aerodinámica para alcanzar velocidades de crucero de 165 y 170 km/h. Incluso una velocidad máxima de 185 km/h en el caso de las versiones turbo.
Es importante señalar que, aunque el Mercedes 540K Streamliner sentó las bases de la aerodinámica en futuros modelos como los 300 SL y 190 SL, no fue el primer vehículo con el que Daimler-Benz inició la lucha contra la resistencia al viento, modelos como el «Lightning Benz» (1911) o el “Teardrop” (1920) ya habían hecho sus pinitos en la materia años atrás en la competición. Aun así, la década de los 30 es recordada por el empeño que numerosos diseñadores pusieron en la aerodinámica de los vehículos de pasajeros, encontrándonos con grandes nombres como Edmund Rumpler, Paul Jaray, Wunibald Kamm, Freiherr von Reinhard Koenig-Fachsenfeld o Karl von Schlör Westhofen-Dirmstein.
Para conseguir las numerosas ventajas aerodinámicas de las que gozaba el modelo, se llevaron a cabo diversos ajustes sobre la carrocería estándar de los 540K, entre las que destacaban una carrocería alargada que permitía al aire fluir perfectamente sobre ella con la menor resistencia posible, una línea de techo bastante baja, unos faros integrados en la carrocería, parabrisas curvos y una especial atención a todos aquellos detalles que pudieran interrumpir el flujo de aire como los tiradores de las puertas integrados, la ausencia de parachoques o los paneles bajo el suelo del vehículo. Por desgracia, su desarrollo se vio obstaculizado por la irrupción de la Segunda Guerra Mundial en Europa y, aunque la unidad original se mantuvo intacta en el período de batalla, durante algunos años tuvo que ajustarse a las restricciones impuestas por el Gobierno alemán al transporte privado. Curiosamente, en los registros aparece su conversión para funcionar con gas líquido el 10 de abril de 1940.
El Mercedes-Benz 540K Streamliner es un vehículo único que fue creado en su momento para competir en la carrera de fondo Berlín-Roma. El proyecto fue aplazado a 1939 y finalmente cancelado por completo debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Una vez finalizada la guerra -durante la cual el 540K Streamliner se había “hospedado” en los garajes de Dunlop-, el coche fue utilizado por un soldado del Ejército de Estados Unidos, quien lo tuvo algún tiempo decorado con pintura de camuflaje antes de que éste volviera a manos de su propietario, el fabricante de neumáticos. Algún tiempo después, el vehículo sería devuelto a la propiedad de Daimler-Benz, donde a alguien se le ocurrió separar la carrocería del chasis y almacenar las piezas durante décadas en el inventario de la marca. Pero lejos de haber sido una mala idea, esto permitió mantener algunas de las piezas originales en buen estado hasta 2011, año en el que Mercedes-Benz Classic inició la reconstrucción de esta joya automovilística.
Con apenas unas pocas piezas de la carrocería y el chasis, los ingenieros de la división de clásicos de Mercedes se pusieron manos a la obra para tratar de reconstruir prácticamente desde cero esta vieja gloria. El proyecto comenzó a tomar forma cuando tras mucho indagar en los archivos de la compañía, tras un arduo proceso de documentación, los registros revelaron el dibujo original del 540K Streamliner, lo que permitió recuperar las medidas exactas y la posición de cada detalle para, posteriormente, aplicar sobre el mismo las últimas tecnologías de recuperación y reconstrucción que garantizasen que el resultado permaneciese lo más fiel posible al original. La reconstrucción de los planos llevó casi un año de investigación documental a los ingenieros, no iniciándose el montaje de esta vieja gloria hasta principios de 2013.
El 540 K Streamliner original fue desarrollado entre los años 1937 y 1938 en el departamento de producción de vehículos especiales de la planta de Mercedes-Benz en Sindelfingen, bajo la dirección de Hermann Ahrens. Años después, en 2011, Michael Bock, Director de Mercedes-Benz Classic, lleva a cabo su reconstrucción
Se necesitaron numerosos expertos que llevasen a cabo un trabajo minucioso y artesanal, una labor de restauración elevada a niveles obsesivos cuyo resultado fuese una réplica fiel y precisa del 540K Streamliner original de 1938. Placas de la matrícula, instrumentación, calidad de los materiales, madera de nogal e incluso todos y cada uno de los tornillos habrían de ocupar exactamente el mismo lugar que en aquella época. En total, dos años y medio de trabajo que han permitido a esta obra de ingeniería resucitar de entre los muertos y volver a rodar sobre el asfalto. Por ejemplo, solamente la reconstrucción de la carrocería 4.800 horas de trabajo.
Si estáis interesados en conocer con más detalle el proceso de restauración del Mercedes-Benz 540K Streamliner y el inglés no se os resiste en exceso, podéis echarle un vistazo al documental oficial de la marca que os dejamos. Es quizá un poco largo, pero no tiene desperdicio: