Todos hemos utilizado en alguna ocasión el término ‘muscle car’ para referirnos al típico coche americano de tracción trasera con un poderoso bloque V8 escondido en sus entrañas, pero quizá la palabra ‘pony car’ es bastante más apropiada en muchos de los casos. Este es un debate que lleva varios años dando guerra en la red y, con la llegada al mercado de imponentes modelos como el Ford Mustang 2018 o el Dodge Challenger SRT Demon, he querido explicaros un poco más detenidamente cuales son las diferencias entre ambos términos.
Dado que quizá la palabra ‘pony car’ es la menos conocida y usada de ambas, voy a comenzar dando un breve repaso a su historia para, posteriormente, entrar en las diferencias con un ‘muscle car’. Básicamente, todo se remonta al Ford Mustang originario, una auténtica revolución en el mundo de la automoción cuando aterrizó en el mercado estadounidense allá por 1964-1965. Éste era un modelo relativamente compacto, asequible y deportivo que nació con la intención de cautivar a los jóvenes, llegando a hacerse tan popular que creó un nuevo segmento/clase, el de los ‘pony car’ (supongo que a estas alturas no es necesario explicar la relación entre un Mustang y el término caballo).
Y ya sabéis cómo es el mercado del automóvil. Lógicamente, visto el éxito de Ford y su Mustang, otros fabricantes quisieron su trozo del pastel y las calles norteamericanas empezaron a ver circular deportivos similares como el Plymouth Barracuda o el Chevrolet Camaro, siendo todavía este último el gran rival del Mustang a día de hoy. Desde ese momento, muchos de estos modelos empezaron a compartir sus grandes propulsores V8 con segmentos de mayor tamaño como los muscle cars, las furgonetas o los 4×4, aunque los bloques de ocho cilindros más pequeños e incluso los motores de seis cilindros también estaban a la orden del día.
Aunque los ‘muscle car’ y los ‘pony car’ comparten algunas características e incluso algunos modelos son denominados de ambas formas por las propias marcas, estos términos no son sinónimos.
Al mismo tiempo, por esta época ya estaba afincado el término ‘muscle car’ en la sociedad americana, pero éste hacía referencia a coches de mayor tamaño, tanto en dimensiones exteriores como en tren motriz. En este caso, hablamos de enormes monstruos con motor V8 como el Dodge Charger, el Ford Galaxie o el Chevrolet Impala, siendo muchos los que consideran el Oldsmobile Rocket de 1949 como el primer muscle car verdadero. Por lo general no eran el último grito en maniobrabilidad y sofisticación, sino grandes ‘barcos’ de cuatro plazas con un potente motor en sus entrañas que servían a las marcas americanas para llamar la atención del público, para girar cabezas a su paso.
Por desgracia, a día de hoy las cosas son algo más complicadas. La mayor parte de estos mastodontes «tradicionales» del mundo de los muscle cars hace tiempo que desaparecieron o se han ido transformando en máquinas muy diferentes. Probablemente escuches incluso que el Dodge Challenger es el único ‘muscle car’ que todavía pervive, y es difícil entender el porqué. Las versiones más «racionales» de la gama están impulsados por motores V6, pero los verdaderos titulares del clásico apellido mantienen sus poderosos V8 y su carcasa grande, agresiva y pesada, pues mientras que otros fabricantes están obsesionados con soluciones para la suspensión, la reducción del peso y los tiempos de vuelta en Nürburgring, en Dodge se mantiene esa filosofía del entretenimiento en línea recta y el ‘no replacement for displacement‘.
Basta con echarle un vistazo a los más de 700 caballos del Dodge Challenger SRT Demon o a cómo se retorcerán los “demoniacos” neumáticos del mismo para entender de lo que estoy hablando. Y todo ello teniendo en cuenta que el Challenger no es realmente el héroe de todos los estadounidenses, ya que en realidad se fabrica en Canadá, pero con semejante bicharraco, ¿a quién le importa? En el fondo su gran preocupación no es otra que superar a todos los competidores en el famoso cuarto de milla -unos 400 metros-.
Por contra, el Ford Mustang actual que se encuentra etiquetado dentro de los ‘muscle car’ -gracias en parte a su linaje- hace ya tiempo que se alejó aún más de este concepto para centrarse en su expansión a nivel global, convirtiéndose así en un producto más completo como el que busca el público a este lado del Charco: materiales cuidados, amortiguaciones adaptativos, suspensión trasera independiente, diseño europeizado… ¡Y hasta un sistema de escape activo para el Ecoboost que emula el rugido de su motor! Sí, el último Shelby Mustang Super Snake tiene 750 CV, pero estos ya no son lo que eran y tampoco podríamos llamarlo ‘coche deportivo’ como tal.
Y lo mismo ocurre con el Chevrolet Camaro y su variante ZL1. Una vez más encontramos amortiguadores adaptativos en el menú, por no hablar de su gran pérdida de peso respecto a su predecesor. Supuestamente deberíamos definirlos como pony cars. Sin embargo, hay un par de problemas adicionales con la clasificación de las máquinas americanas modernas, ya sea como ‘pony car’ o como ‘muscle car’, y es que los tradicionales representantes de este último grupo hace ya años que nos dejaron, resultando un tanto incoherente aplicárselo solo al Challenger como muscle car único y verdadero.
Además, ni el Mustang ni el Camaro son precisamente pequeños a día de hoy, escondiendo en su interior un potente corazón V8 en algunas de sus versiones, al igual que ocurre con una gran cantidad de héroes australianos RWD V8. A esto hemos de sumarle el hecho de que aquellos modelos que antes podríamos considerar ‘ponys’ ya no son tan grandes y los modelos orientados a los jóvenes estadounidenses a menudo adoptan la carrocería de compactos deportivos y no la de coupés deportivos, junto con motores más discretos. Y dicho esto, ¿entonces cuál es cuál?
Pues mientras que en otra época todo estaba bastante claro, en nuestros días el debate está más abierto que nunca. Los puristas insisten en que el Challenger es el único ‘muscle car’ y el resto deben ser llamados ‘pony car’, mientras que otros aseguran que dichos puristas sólo están atascados en el pasado y el término ‘muscle car’ se puede aplicar con mayor libertad en el Siglo XXI, principalmente porque este tipo de modelos escasea.
Sea como sea, una vez leída la historia tradicional de ambos y su problemática, yo personalmente llamaría ‘pony car’ a las versiones más racionales de los clásicos americanos y ‘muscle car’ a las salvajes variantes de cada uno de ellos (si se me permite la opinión). Pero lo más importante es, ¿qué opináis vosotros al respecto?