El departamento de ingresos tributarios de Wisconsin ha anunciado que aplicará un impuesto especial de tres centavos por kWh a las estaciones públicas. A partir del mes que viene los clientes que deseen cargar sus coches deberán abonar 0,03 centavos de dólar adicional por kWh suministrado o ser los responsables de estos cargadores los que asuman este nuevo impuesto.
La medida afecta a cargadores de nivel 3 y niveles 1 o 2 instalados después del 22 de marzo de 2024.
Los operadores de las estaciones de recarga deben registrarse antes de suministrar electricidad a vehículos eléctricos.
El impuesto se aplicará sin importar si el servicio es gratuito o de pago para los consumidores finales por lo que podemos casi confirmar que los cargadores gratuitos como tal, desaparecerán, incluso los empleados como incentivo en empresas o áreas comerciales.
Las estaciones de carga residenciales están exentas, pero las que estén ubicadas en hoteles estarán afectadas.
Con esta ley se busca generar ingresos adicionales en medio de la transición hacia la electrificación del transporte.
¿Impulso o barrera para el coche eléctrico?
La implementación de un impuesto especial sobre la carga de vehículos eléctricos en Wisconsin plantea un debate sobre sus efectos en la electrificación.
Por un lado, este impuesto podría frenar el desarrollo del coche eléctrico al aumentar los costes operativos de las estaciones de carga. Los operadores podrían trasladar el coste a los consumidores, encareciendo el uso de los vehículos eléctricos y disminuyendo su atractivo frente a las alternativas fósiles.
Esta medida también podría interpretarse como un intento de financiar la infraestructura necesaria para apoyar la transición energética. Las administraciones están utilizando incentivos fiscales selectivos para equilibrar el coste de implementar tecnologías limpias y mantener los ingresos tributarios.
El beneficio fiscal para implementar la electrificación responde a la necesidad de alcanzar objetivos climáticos sin descuidar las finanzas públicas. Las estaciones de carga, siendo clave para expandir el uso de vehículos eléctricos, deben contar con una infraestructura competitiva, fiable y bien mantenida, lo que implica una inversión continua.
Si los ingresos generados por este impuesto son reinvertidos en infraestructura, podría convertirse en un catalizador para el desarrollo del coche eléctrico. Por el contrario, si el gravamen desincentiva la adopción de esta tecnología, sería una barrera que dificulte los objetivos a medio plazo y un auténtico «tiro en el pie» si lo que se quiere es electrificar el parque automovilístico.