Con motivo de la puesta en escena de la 4º generación de la berlina Premium del fabricante japonés, repasaremos las diferencias más notables con su antecesor.
Tras el anterior modelo, conocido también como GS 450h, y que gracias a su motor 3.5 V6 de gasolina con 290 CV y su generador eléctrico de 200 CV, rendía un total de 340 cv consumiendo 7,9 l/100 km, Lexus nos presenta esta nueva generación como un coche completamente distinto.
¿Es así en realidad?
Si se observan los dos modelos a simple vista, parece obvio que son diferentes de la cabeza a los pies. Sin embargo, guardan algunas similitudes. Debajo de esa estilizada y afilada carrocería, el nuevo modelo guarda la base del antiguo, convenientemente actualizada y puesta a punto para el nuevo modelo. También la transmisión y el grupo motor son esencialmente los mismos, pero eso sí, siempre puestos al día, como demuestra la bajada de 2 litros en su consumo homologado.
Sin embargo, el interior es completamente nuevo, un interior exquisitamente diseñado y ejecutado, con unos acabados que rayan la perfección, unos ajustes milimétricos y un equipamiento realmente abundante. Además, el espacio en el habitáculo se ha visto beneficiado como resultado de la mayor batalla de su chasis, así como el maletero, que aumenta hasta alcanzar los 380 litros de capacidad.
Donde más insiste Lexus es en la mejora de la dinámica de conducción. Mientras la anterior generación era algo torpe en conducción “alegre”, el nuevo modelo, con su nueva dirección a las 4 ruedas, su suspensión mejorada, y un chasis sensiblemente más rígido, se torna como un rival muy capaz frente a las alternativas europeas. Eso sí, no lo juzgaremos hasta que no lo hayamos probado.
Un artículo de: Daniel Valdivielso de Vega
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