Review Overview
Equipamiento
Diseño
Confort
Consumo
Motor
8.2
Notable
El nuevo Mazda3 es un compacto atractivo y ligero que nos sorprende con unos consumos muy bajos que demuestran que un buen motor de gasolina puede hacernos ahorrar combustible sin renunciar a las prestaciones, y a cierto grado de diversión.
El Mazda3 1.5 SkyActiv-G 100 CV que hemos probado esta semana es un coche que, en lo personal, me ha sorprendido muy gratamente. Se trata de la versión de acceso de gasolina, con 100 CV de potencia y una de las mejores cajas de cambio que he probado nunca. Sí, 100 caballos, una cifra que a algunos sorprende por lo baja, pero a otros nos convence por bastantes motivos que intentaré explicar.
Para abrir boca, os diré que en este coche, con este motor de 100 CV, lo que no se suple a base de caballos se suple con una conducción inteligente, anticipativa y con la cabeza bien colocada sobre los hombros. O dicho de otro modo, este coche no necesita el maquillaje de los caballos extra para cumplir a la perfección con nuestras exigencias en la conducción, que a lo largo de la prueba incluyeron 275 km de carretera de montaña. Muy divertida, por cierto.
Lo que más llama la atención a primera vista de este Mazda3 es, lógicamente, su diseño exterior, que vamos a analizar a continuación. Principalmente lo grande que es, y eso es algo que se aprecia una vez dentro del coche y maniobrando. Este modelo incluye la tecnología SKYACTIV y muestra el diseño KODO, que consigue dotar al coche de una imagen robusta y deportiva, más bajo y más ancho que en generaciones anteriores. El color tampoco pasa desapercibido, ese precioso Soul Red Metallic que no deja indiferente a nadie.
- Arctic White, Snowflake White Pearl, Aluminium
- Metallic Meteor Gray, Titanium Flash, Jet Black
- Blue Reflex, Deep Crystal Blue, Soul Red Metallic
Diseño exterior
Dentro del segmento C, una de las principales armas de los fabricantes para hacerse con la mayor cantidad de miradas es el diseño exterior. Y en esta asignatura, Mazda saca muy buena nota con lo que podemos observar, aplicando esta evolución del lenguaje de diseño a este modelo en sus dos carrocerías disponibles (la Sport Sedan y la 5 puertas). A la vista están las redondeadas formas que comienzan en el morro y se comunican con la parte trasera del coche, esos pasos de rueda sobredimensionados, las holguras mínimas entre los paneles de la carrocería, el diseño del frontal…
En concreto, este frontal lo podemos ver a la perfección en la foto sobre estas líneas, con la parrilla en forma de ala prolongándose hacia los laterales con esas líneas que antes comentábamos. Los faros dan un toque espectacular al conjunto, y la mirada del Mazda3 ya impone antes de subir la primera vez.
Para mejorar la imagen de estos grupos ópticos y hacer que sean tanto elegantes como sencillos visualmente, los intermitentes se sacaron fuera del conjunto, situándose en la parte inferior, justo por encima de los faros antiniebla. El haz circular de los faros completa la sensación de deportividad de este estupendo frontal, y las lámparas led dan la potencia lumínica necesaria.
Me estaré emocionando demasiado, pero aquí en Autonoción os transmitimos lo que sentimos durante la prueba de la forma más fiel. Por poner un defecto, la posición de los sensores de aparcamiento traseros, junto con la escasa visibilidad a través de las ventanillas traseras y la luna trasera me han puesto las cosas algo incómodas en alguna maniobra.
La distancia entre ejes es de 2.700 mm, y los anchos de vía delantero y trasero son 1.555 mm y 1.560 mm respectivamente.
Su peso total es de 1.190 kg sin conductor, y cuenta con un coeficiente aerodinámico Cx=0,275.
El modelo objeto de la prueba montaba unos neumáticos Toyo Tires Nano Ecology R38 en dimensiones 205/60 R16 92V.
La cosa no se queda solamente en ser un coche visualmente atractivo, sino que gracias a ese aumento en todas las cotas, menos en la altura (que ha disminuido), el toque final es el de un coche deportivo, atractivo y manejable, a la vez que espacioso por dentro y «con presencia» exteriormente. Eso de manejable lo intuimos, pero una vez dentro del habitáculo lo corroboramos en todos los terrenos.
Diseño interior
En el interior, lo primero que llama la atención es lo envolvente que es todo. En el caso del conductor, al acomodarse en el asiento lo encontramos todo al alcance, muy accesible y cómodamente instalado. Lo práctico del cuadro hace que nos centremos en lo importante. El velocímetro destaca en el centro, mientras que a los lados disponemos de dos pequeños display para mostrar la información relevante: a la izquierda las rpm y el cuentakilómetros; a la derecha el ordenador de a bordo.
Al coger el volante notamos un tacto muy agradable, que se verá complementado luego con las muy buenas sensaciones de la dirección, ya que ésta es precisa, directa y no requiere de esfuerzo de adaptación: simplemente vamos hacia donde queremos ir con mucha precisión. El habitáculo está dividido en zonas: la del conductor y la de los pasajeros. Esta distinción, aparte de ser lógica, se nota en cómo está diseñado el salpicadero, por ejemplo, porque es asimétrico. Del lado del conductor lo encontramos todo a mano, mientras que a partir de la consola central el salpicadero se sitúa más bajo y permite más y mejor visibilidad al acompañante.
La posición del volante es más baja que en el modelo de segunda generación, y tras los ajustes normales lo tenemos en la mejor posición posible. Unido a la posición de conducción regulando el asiento, y a lo a mano que está la palanca de cambios y a su tacto inmejorable (heredado del Mazda MX-5 – ver prueba), hacen que conducir este Mazda haya sido toda una experiencia. Hemos hecho desplazamientos largos sin fatiga apenas, manteniendo en todo momento el control de lo que pasa alrededor y centrándonos en disfrutar de este chasis y las suspensiones, y de su respuesta en carretera virada.