Es probable que lo que se esconde bajo el capó de un coche, para muchos, pueda suponer una gran incógnita. Los elementos de seguridad, los imperiosos sistemas de anticontaminación o la tecnología impulsan a producir motores cada vez más complejos. Tanto es así que identificar las partes del motor de un coche, a simple vista, puede resultar difícil.
¿Sabrías señalar dónde se encuentran las bujías, el turbo o en qué lugar se ubica la batería? Para aquellos a los que esto les suene a chino, este artículo tratará de esclarecerte algunos conceptos clave. Y es que si estás pensando en sacarte el carné de conducir, más vale que empieces a familiarizarte con ellos.
Saber localizar las partes básicas de un motor es hoy, según la Dirección General de Tráfico, un requisito para poder aprobar. Así que si quieres sacarlo todo a la primera, toma bolígrafo y libreta que puede que esto te ayude.
Partes del motor de un coche
- Vaso de expansión: es el recipiente donde se ubica el líquido anticongelante, que puede ser de color rosa o verde. Fluctúa a través del sistema de refrigeración. El vaso de expansión suele tener indicado los niveles de refrigerante adecuados para un correcto funcionamiento. Nunca lo abras si el motor está caliente.
- Depósito del líquido de limpiaparabrisas: almacena el líquido del sistema de limpiaparabrisas. Por lo general, suele ser el depósito más visible de todo el vano motor. Este depósito puede rellenarse en su totalidad y es recomendable que no lo hagas con agua sin descalcificar.
- Batería: el acumulador de corriente eléctrica. La batería funciona gracias a una serie de procesos químicos que permiten almacenar o suministrar corriente eléctrica. Generalmente, la batería de un automóvil proporciona 12 voltios de tensión y se compone de plomo y ácido sulfúrico. La mayoría se ubican delante, aunque algunas marcas, por el famoso reparto de pesos, pueden situarla detrás.
- Alternador: es indispensable para generar energía eléctrica, que luego será utilizada o almacenada en la batería. Se encarga de trasformar energía mecánica en corriente alterna a través de una conexión directa con el motor. No suele precisar de mantenimiento, aunque es conveniente que se revise cada cierto kilometraje.
- Bloque motor: el corazón del motor se compone del bloque, la culata y el cárter. La culata alberga las válvulas de admisión y de escape, cuya sincronía permite la respiración del motor. El bloque lo forman los cilindros, que permiten la oscilación del pistón de arriba abajo. Situado en la parte inferior se encuentra el cárter, cuyo propósito es almacenar el aceite.
- Colectores: son los conductos por los que circula el aire de entrada y salida del motor. Los colectores de admisión conducen el aire fresco hasta las cámaras de combustión. Suelen fabricarse en plástico y, si es el caso, se conectan con el sistema de turboalimentación. Los colectores de escape dirigen los gases de la combustión hacia el tubo de escape. Se fabrican en fundición de hierro o materiales más resistentes.
- Varilla de aceite: el utensilio con el que se mide el nivel de lubricación del motor. Suele ir indicada con un color llamativo y se comunica directamente con el cárter. En la actualidad, algunos vehículos no cuentan con varilla de aceite, ya que pueden montan un sensor especial de medición del nivel.
- Depósito del líquido de dirección y frenos: custodia el líquido del sistema de dirección y de frenos. Es importante revisar que el nivel sea el correcto y que se cambie cada cierto kilometraje. Eso sí, siempre a recomendación del fabricante.
- Inyectores: son los responsables de la inyección de combustible en la cámara de combustión. Se sitúan en la culata, justo en la parte superior del motor. En términos generales, tienen la apariencia de una jeringa y funcionan con un nivel de precisión extremo.
- Bujías: si el vehículo cuenta con un motor gasolina, este monta un conjunto de bujías. Permiten la combustión de la mezcla de combustible y oxígeno, proceso que se consigue mediante una chispa. Al igual que los inyectores, se sitúan en la culata y precian de ser sustituidas cada cierto kilometraje.
- Turbo: hoy día es difícil imaginar un motor de combustión interna sin un sistema de turboalimentación. El turbo aprovecha la inercia de los gases de escape para introducir más oxígeno en la cámara de combustión. Este hecho mejora con creces el rendimiento del coche, reduciendo también las cifras de emisiones contaminantes. En algunos motores es difícil poder localizarlo, aunque te ayudará saber que, por lo general, suele tener forma de caracol.
- Grupo óptico: se compone de todos los circuitos y sistemas de alumbrado del automóvil. Antiguamente encontrábamos tecnología halógena, aunque ahora lo común es el LED, que cuenta con una mayor vida útil. Eso sí, no te confíes que también pueden estropearse.
- Caja de fusibles: es la principal responsable de revisar los valores de intensidad de cada circuito eléctrico. Los fusibles permiten cortar un circuito si es que este supera los valores máximos permitidos. Se entienden como un elemento de seguridad, ya que permiten evitar averías o un posible incendio. La caja de fusibles puede ubicarse en el vano motor o dentro del habitáculo del vehículo.
Comprobación de niveles y puesta a punto
Aparte de saber identificar las partes del motor de un coche, es importante que también cuentes con algunas nociones sobre puesta a punto. De hecho, el estado de conservación de tu vehículo dependerá, en mayor o menor medida, de qué cuidados reciba. Mantener un coche correctamente no es un trabajo complejo, pero hay algunos detalles que no debes pasar por alto:
- Revisar el nivel de aceite: debe realizarse con la varilla de medición. Es muy importante que tengas el motor parado, en frío y el vehículo aparcado sin inclinación. La varilla de medición debe de sacarse, limpiarse con un trapo y volverse a introducir. Justo después hay que volver a sacarla y revisar hasta donde hay marca de aceite. Por lo general, el fabricante indica con una seña los niveles entre máximos y mínimos.
- Medir el nivel de líquido refrigerante: Una señal de que el motor no está correctamente refrigerado es el testigo de alta temperatura. Superar la barrera de los 90ºC podría ser síntoma de una pérdida de líquido refrigerante o de que el motor tiende a consumirlo. Para ello, debes comprobar los niveles de fluido en el vaso de expansión. Sus máximos y mínimos están marcados con una seña.
- Chequear el estado del alumbrado del vehículo: Sobre todo en el caso de las luces halógenas, que tienen tendencia a fundirse. Fíjate en que las luces de freno traseras funcionen todas a la perfección y de que las luces antinieblas también se enciendan. Es importante que lleves en el maletero un juego de bombillas de repuesto.
- Revisar el estado de la batería: La batería suele ser un tanto traicionera, ya que suele fallar sin dar previo aviso. Aún así, la mayoría de los coches de hoy día ya alertan de un bajo nivel de carga. Si no te fías o no cuentas con dicha alerta, puedes calcular su tensión con un polímetro. Si marca menos de 11,6 voltios debes recargarla o, si lo precisa, reemplazarla.
- Medir el nivel de líquido limpiaparabrisas: Puede que suene un tanto irrisorio, pero lo cierto es que la limpieza del parabrisas es sumamente importante. Llena el depósito hasta su máxima capacidad y acuérdate de que sea agua descalcificada y con algún componente detergente.
- Comprobar el desgaste de los neumáticos: Se estima que la profundidad del neumático no debe de ser inferior a 1,6 milímetros, ya que de lo contrario se está cometiendo una ilegalidad. La comprobación puede hacerse con una simple regla o con el famoso truco de la moneda de un euro. Si la profundidad del neumático no cubre la banda dorada de la moneda, es hora de pasar por el taller.
- Llevar el mantenimiento siempre a punto: Esta pauta viene siempre determinada por el fabricante. Esto es: el cambio de aceite, cambio de filtros, cambio de bujías, cambio de discos, pastillas y líquido de frenos, etc. La mayoría de vehículos ya cuentan con un sistema de avisos y un historial de mantenimiento informatizado. Aun así, revisa asiduamente que todo esté al día.
- Prestar atención al sonido de motor: Los ruidos metálicos o arrítmicos pueden ser indicios de una posible avería. Si es el caso, revisa los puntos anteriores mencionados y ponte en contacto con tu taller de confianza. Recuerda que una avería puede suponer el inicio de otra.
- Cumplir con las fechas de la ITV: Ya sabemos que por ley, todos los vehículos deben cumplir con las inspecciones técnicas precisadas por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Si tienes dudas sobre su vencimiento, la fecha de revisión viene detallada en la ficha técnica del vehículo. La primera revisión es a los cuatro años de la fecha de matriculación. Además, ten en cuenta que desde el 1 de julio del 2021 ha habido algunas modificaciones en los procesos.
Artículo de Joan Bassa Moragues