El sistema de inyección sirve para introducir carburante a alta presión en la cámara de combustión, justo en el momento en el que el motor se encuentra en el ciclo de compresión (en el punto muerto superior). Al ponerse en contacto con el aire a elevadas temperaturas, se enciende provocando la combustión en los motores diésel, y mediante la bujía en las mecánicas gasolina.
Este sistema consta de una bomba de desplazamiento capaz de inyectar distintas cantidades de combustible y a distintas presiones, dependiendo de la carga del motor. Lo hace gracias a los émbolos internos de la bomba, que van unidos a cada inyector del motor. Por lo tanto, ante esto, observamos que los inyectores se comportan como electroválvulas.
Son capaces de abrirse y cerrarse una infinidad de veces de una forma muy precisa al pulso eléctrico que los acciona; sin fugas ni escapes de carburante. Suministran el combustible al conducto de admisión o a la cámara de pre-combustión, según si se trata de un sistema de inyección directa o indirecta, respectivamente.
Si pensamos en un vehículo de competición, necesitamos que éste genere mucha potencia. Una vez que los ingenieros han puesto a punto las partes internas y se han asegurado de que todo funciona correctamente, todavía queda preocuparse por el combustible. Cuanto más aire absorba el motor, más combustible necesitarán para encender la mezcla.
Esto lleva a la necesidad de instalar inyectores más grandes, pero claro, un inyector gigante no siempre es la solución correcta. Tal y como nos explica el canal de YouTube de High Performance Academy en su último video, el uso de un gran inyector para cada cilindro es excelente para cargas altas, pero se convierte en un problema con cargas bajas y en reposo.
Debido a que los inyectores son tan grandes, inyectan demasiado combustible por ciclo en el motor mientras funcionan con poca carga, lo que genera una mezcla demasiado rica. Ese problema se resuelve agregando un segundo conjunto de inyectores más pequeños al riel de combustible, que solo funcionan cuando el motor no está trabajando al máximo rendimiento.
De esta manera, el motor puede funcionar sin problemas al ralentí, pero aun así obtener suficiente combustible como para generar altas dosis de potencia. Otra razón para usar dos inyectores en lugar de uno es el ahorro de combustible, ya que de esta forma la gasolina se administra en proporciones adecuadas, sin desperdiciarse.
Por ejemplo, el monoplaza Sauber-Mercedes C9 Group C de los años ochenta usaba dos inyectores del mismo tamaño. Los ingenieros descubrieron que así podían controlar mejor el patrón y la sincronización del rociado que usando un solo inyector. En la competición, la eficiencia de combustible es un factor clave para arañar segundos e incluso minutos.
Esta tecnología es la que usan los motores Dualjet de Suzuki.