Aunque parece más un mito que algo científico, a principios del siglo XX se llegaba a asegurar en algunos libros especializados en la materia que el ojo humano era capaz de ver un fósforo, un cigarrillo siendo encendido o una vela a una distancia de 48 km siempre y cuando las condiciones meteorológicas y atmosféricas fueran ideales.
Sin saber si a tan elevado kilometraje es posible ver una simple vela en la noche cerrada, empezamos un artículo curioso. Ya sabemos por qué los faros fueron amarillos años atrás y por qué se hacía uso de una cinta adhesiva instalada en forma de «cruz» o «equis» en los faros delanteros, sin embargo, un servidor ha visto en algunas imágenes históricas que durante las guerras mundiales se hacía uso de un sistema de cobertura total o parcial de los faros, ya sean delanteros o traseros.
La razón cubrir las luces total y parcialmente era doble. Por un lado se buscaba proteger el faro de chinazos y proyecciones capaces de romper el cristal y por el otro y el más importante era para evitar ser vistos por el enemigo -en la medida de lo posible-.
Imagina un convoy circulando en noche cerrada teniendo el espacio aéreo dominado por el bando contrario. Luces encendidas, destellos por doquier y como no, un blanco fácil y visible.
Las rendijas rectangulares que se dejaban en posición central eran para dejar pasar la luz mínima necesaria para mantener algunos metros de la carretera visibles para el conductor. Se buscaba evitar que la luz fuera en todas las direcciones, dejando solo pasar la parte central.
En algunas ocasiones se optaba por cubrir el faro con una lona protectora y en otras se chapaba con metal o se pintaba con pintura negra mate o un cubrimiento azul ligeramente traslúcido.
Esta es la misma razón por la que en la mayoría de países envueltos en la guerra se aconsejaba tupir las ventanas y evitar que la luz fuera visible desde fuera. Con esto hacías desaparecer poblaciones enteras durante la noche para evitar ser un «blanco más fácil».
A pesar de que la mayoría de los faros que nos encontramos en los vídeos, documentales y películas históricas cuentan con una rendija rectangular central, hay algunos faros que están totalmente cubiertos y pintados. Muy probablemente, esta cobertura se trate de un filtro azul y es que la luz azul es más compleja de detectar desde la lejanía.
Para confirmar todo esto deberemos acudir a manuales de historia del ejército en el que se habla de la disciplina de la luz o de la opción Black Out.
Se trata de un sistema de ocultación de la observación del enemigo en el aire y en el suelo y buscaba que las tropas no revelaran signos luminosos para no hacer visibles instalaciones militares, convoys, regiones industriales y áreas pobladas.
En la disciplina de la luz, los edificios y otras instalaciones se iluminan internamente mediante el uso de iluminación camuflada, y las entradas, ventanas y otras aberturas se oscurecen mediante persianas y otros dispositivos. La iluminación externa de los edificios se oculta mediante el uso de lámparas de baja potencia, que se apagan durante un ataque aéreo enemigo.
En los vehículos se optaba por este sistema que permitía aprovechar tan solo una franja determinada de la luz que emitía el faro, permitiendo visualizar el amino sin derrochar luz en todas las direcciones, reduciendo notablemente las posibilidades de ser visto. Esta misma solución la encontramos en los pilotos posteriores.
Además del sistema de cobertura de faros existe un sistema más moderno que se emplea para producir un haz difuso de luz blanca que reemplaza a los faros normales cuando se conduce en condiciones en las que hay que aplicar la disciplina de luz. Este sistema está pensado para emitir suficiente luz para que el conductor pueda ver la carretera o el camino por el que tiene que circular pero mediante una especie de capuchón, la luz solo es visible si la miramos de frente. Además, este sistema BO impide que las luces se enciendan por accidente.