Motorización:
Llegamos ahora a la parte inesperada de este coche, y es su potente motor, más propio de un deportivo que de un coche familiar. Pero antes debemos hablar de la gama de motores que ofrece Ford para el S-Max, que es de lo más completa en motores diésel, teniendo únicamente una opción en motores gasolina.
La oferta en diésel parte del 1.6 TDCi de 115 cv sólo disponible con cambio manual, a continuación estaría el 2.0 TDCi disponible tanto en 140 como en 163 cv, con cambio manual o automático. Por último, en el tope de motores diésel se sitúa el 2.2 TDCi con una potencia de 200 cv, también se puede elegir con cambio manual o automático.
Es casi seguro que en nuestro mercado el grueso de las ventas se las lleven los motores diésel, y es lógico tratándose de un coche familiar pensado para viajar. Quizás por eso, actualmente en gasolina sólo se ofrece el motor que hemos probado, el 2.0 EcoBoost de 240 cv disponible sólo con el cambio automático PowerShift.
Los datos que homologa Ford para este motor en el S-Max son una aceleración de 0 a 100 km/h en tan sólo 7,9 segundos, y una velocidad máxima de 235 km/h. Unos datos impresionantes teniendo en cuenta el tamaño del coche, aunque su peso sea bastante contenido en relación a sus dimensiones: 1676 Kg.
Entramos ahora en un terreno siempre delicado, los consumos. La marca asegura según sus datos oficiales un consumo medio de 11,5 litros a los 100 km. en conducción urbana, de 6,5 litros en conducción extraurbana y un total de 8,3 litros para ciclo combinado. En mi caso, los primeros días que probé el S-Max los recorridos fueron principalmente urbanos, por lo que la media iba en unos 12 litros. Cuando hice unos desplazamientos por autovía el consumo instantáneo del ordenador marcaba entre 7 y 10,5 litros.
Toca dejar un poco al margen los fríos datos y arrancar el motor. Pisamos el freno y pulsamos el botón que da vida al propulsor. No suena en exceso, por lo que por su sonido al ralentí no percibimos que se trata de un motor de esa potencia.
El motor acelera con decisión, pero siempre mostrándose bastante progresivo. Esto me parece un punto destacable teniendo en cuenta que no se trata de un deportivo al uso, sino de un coche que busca también ser agradable y confortable. A ello contribuye la caja automática PowerShift de 6 velocidades, que realiza los cambios de marcha con una suavidad que la equipara con las mejores transmisiones del mercado. En conducción normal, los cambios los hace bastante bajos de revoluciones, por lo que se asemeja a una caja manual en este sentido.
Teniendo en cuenta el concepto de coche que es el S-Max, su hábitat van a ser los desplazamientos por autovías, y en menor medida los núcleos urbanos. En autovía la sensación es la de que vamos en un transatlántico (en sentido positivo), su amplitud hace que tengamos la sensación de circular a menor velocidad de la que realmente vamos, y deberemos controlar el cuentakilómetros para no pasarnos de los límites legales. Es fácil pasarlos sin darse cuenta.
La posición de conducción es realmente cómoda y el asiento con apoyabrazos ofrece un confort que indica claramente la idea de que el Ford S-Max se va a utilizar en recorridos largos. Es un coche que no provoca la fatiga y el cansancio que provocarían otros coches, y que realmente hace que apetezca viajar por carretera.
En cuanto a los núcleos urbanos, puede parecer que se encuentra un poco fuera de lugar en ese terreno, que parece destinado a vehículos compactos y de dimensiones reducidas. A pesar de su tamaño es sorprendente lo fácil que resulta maniobrar con el S-Max y callejear por el centro de cualquier ciudad.
Las carreteras de montaña quizás sean el tipo de vías que menos va a usar este coche, pero aun así las suspensiones hacen que mantenga perfectamente la trayectoria marcada en las curvas. En este sentido me sorprendió que con el tamaño que tiene, no genera las inercias que esperas y se muestra mucho más ágil de lo que imaginas.
Precio:
El Ford S-Max más barato se corresponde con la versión diésel 1.6 TDCi de 115 cv y el acabado Trend, y tiene un coste de 19.550 € según el propio configurador de la marca. La versión probada, que corresponde con el motor EcoBoost de 240 cv y el acabado Titanium S tiene un precio de 41.850 €, sin aplicar descuentos ni campañas.
En mi opinión, la configuración que debería satisfacer a la mayoría de usuarios es el 2.0 TDCi de 140 cv, en el acabado Titanium, que tiene un coste de 35.150 € sin aplicar descuentos ni campañas.
Review Overview
Equipamiento
Diseño
Confort
Consumo
Motor
7.8
NOTABLE
Un coche que seguramente no se venda demasiado por ser gasolina, pero que tiene todo lo necesario para devorar kilómetros sin parar