Resumen de Prueba
Equipamiento
Diseño
Confort
Consumo
Motor
7.8
NOTABLE
Un utilitario renovado con un marcado diseño llamado a convertirse en imagen de marca y a liderar su segmento junto con otros pocos afortunados
Hoy en Autonocion nos adentramos una vez más en el mundo Renault de la mano del nuevo Clio. Para ello, hemos reunido tres versiones distintas de este icono de la marca gala a lo largo de los últimos tiempos. Debo decir que nos hemos quedado con las ganas de incluir en nuestro reportaje la primera generación del Clio, aquella que empezamos a ver a finales de los 80, pero no ha sido posible, así que debemos conformarnos con una unidad de la segunda generación matriculada en el año 2000 (es decir, después del restyling), una tercera generación del 2006, y el objeto de nuestra prueba, el Renault Clio 1.5 dCi 75 cv.
Diseño Exterior:
Muy en la línea del concept-car DeZir, el nuevo Renault Clio se distingue por su parte delantera en la que destaca el gran logotipo en posición vertical sobre fondo negro brillante y por las ópticas subrayadas de cromo y las luces de día de LED que refuerzan su expresividad. El nuevo Clio, que sólo se propone en versión 5 puertas, destaca por su diseño más deportivo acentuado por unas empuñaduras de puertas traseras integradas y ocultas cerca de la custodia, reforzando el aspecto coupé. Con respecto a su antecesor, la distancia al suelo ha sido rebajada, las vías son más anchas, las ruedas han sido desplazadas hacia fuera.
Con 4,062 m de largo, 1,732 m de ancho -sin retrovisores- y una altura de 1,448 m, el nuevo Clio es un coche bajo: 45 mm menos con respecto a Clio III. Sus vías, como ya decíamos, son claramente más anchas (+ 34 a 36 mm). La altura de la carrocería reducida procura una sensación de asentamiento que beneficia a la aerodinámica.
Para mayor dinamismo, aumenta la proporción entre el tamaño de la rueda y la altura del vehículo. Las ruedas de gran diámetro han sido desplazadas 15 mm hacia el exterior con respecto a Clio III. Llenan sin desbordar los pasos de rueda. Al igual que la proporción entre superficie lateral de chapa y superficie acristalada (2/3 de chapa por 1/3 de lunas) que han querido darle los diseñadores, el parabrisas avanzado contribuye a la percepción de dinamismo.
La zaga transmite todavía más la sensación de encontrarnos ante un coche más bajito que su antecesor, hecho que se ve reforzado como consecuencia de la anchura. Todo ello dota al Clio de mayor aplomo y un aspecto más sobrio que, en definitiva, favorece la armonía de su conjunto. Si bien es verdad que de alguna manera pasa a engrosar una larga lista de coches con características similares, véase 208, i20 (e incluso i30), Cee’d, Ibiza, Corsa… todos ellos con líneas de diseño similares.
Si observamos las imágenes, de un simple vistazo podemos llegar a la conclusión de que la evolución del Clio no ha seguido unos patrones concretos, sino que cada modelo se ha reciclado por completo para no parecerse demasiado a la anterior generación. En especial, en esta última versión, se palpa por encima de todo la incorporación de Laurens van den Acker como Director del Diseño Industrial de Renault, quien ha dotado a la firma francesa de una nueva imagen de marca a partir de este modelo. Los rasgos del frontal definen a la perfección lo que serán los Renault del futuro, con un aumento de las proporciones tanto en el logo como en los faros. Además, en su empeño de buscar el dinamismo, la tendencia va encaminada a la eliminación de las aristas en todos los modelos, empezando por el Clio, en lo que supone un “juego de volúmenes”.
El nuevo Renault Clio propondrá desde su lanzamiento 8 colores diferentes, 4 de ellos nuevos, incluido el emblemático Rojo Deseo (el color de lanzamiento) que también se inspira del de DeZir.
Diseño Interior:
Si en el exterior veíamos una ruptura total con lo ofrecido hasta ahora por las anteriores generaciones del Clio, en el interior observamos una línea algo más continuista, sobretodo en lo que se refiere a la presentación del salpicadero y los mandos –incluidos los del volante. Las sensaciones, no obstante, si han evolucionado.
El primer cambio lo noto al sentarme y mover un poco el coche. Personalmente, en la primera y segunda generación me da la sensación de ir flotando, como elevado en exceso del suelo. En este modelo esa percepción desaparece, y lejos de sentirse liviano, el Clio me transmite cierto aplomo.
Los asientos son en parte “culpables” de esta circunstancia. Sin ser espectaculares, la verdad es que recogen bien y evitan que el conductor “baile” en exceso dentro del vehículo.