Esta semana en Autonoción probamos el Nissan Qashqai 1.6 dCi de 130 CV con tracción All Mode 4×4 y acabado Tekna Premium. Si las ventas del Qashqai en todo el continente europeo sólo pueden calificarse de éxito rotundo, lo mismo sucede en el mercado español, donde el Qashqai lidera, desde su lanzamiento en 2007, el segmento de los crossover compactos, el único que mantiene una dinámica de crecimiento constante, dentro de un mercado global en recesión. Este segmento, en el que en los últimos años han aparecido un gran número de rivales, ha aumentado su competitividad, pero Qashqai sigue dominándolo con holgura. Pero no sólo con otros crossovers se codea el Qashqai, ya que se ha situado en el segundo lugar absoluto en el mercado español de turismos de 2011 (en 2012 lleva una trayectoria similar), logrando, además, la primera posición dentro del competido segmento C, el de más volumen de ventas del mercado, donde el Qashqai se ha alzado con una cuota del 6,6%.
Si a estos datos les añadimos el condimento de un nuevo motor de bajas emisiones y prestaciones más que razonables, todo invita a pensar que el Qashqai continuará en línea ascendente en los próximos meses.
Diseño exterior:
Muchas voces reclaman un lavado de cara del Nissan Qashqai. Desde nuestro punto de vista, es posible que próximamente si que le venga bien, pero no porque no tenga un diseño moderno, sino más bien porque ya llevamos viéndolo algunos años, y la gente se acaba cansando, más con un modelo que encuentras allá donde mires.
Con 4,33 metros de largo por 1,78 de ancho, podemos decir que se trata de un crossover de tamaño medio, y que no es mucho más pequeño que su hermano mayor el Qashqai+2 que mide 4,54. Una altura de 1,61 metros y una distancia entre ejes de 2,63 permiten a este Nissan un comportamiento estable hasta velocidades razonables. En el aspecto meramente estético, presenta algunas novedades con respecto a lo que fue en su día antes del restyling de 2010. La parrilla y los faros más modernos, y el capó con líneas más agresivas, hacen que los principales cambios se observen en la parte frontal del vehículo. También se tocaron las aletas laterales, proporcionando formas más estilizadas. Además, la unidad probada era de un color berenjena, bastante elegante en mi opinión, que hacía que las protecciones de la parte inferior se entremezclasen con el resto del vehículo.
Diseño interior:
El interior es típico de los modelos japoneses: sencillo e intuitivo, y por lo tanto sin grandes innovaciones. Lo digo como ventaja, cuantos menos botones mejor, en mi opinión. La consola central se divide en dos partes: por un lado la pantalla táctil, alrededor de la cual encontramos los mandos para navegador, bluetooth, radio cd, entrada auxiliar, cámara de marcha atrás, etc, que permite la graduación en intensidad para el día y la noche. En la parte inferior, los botones del climatizador bizona nos permiten cambiar la temperatura para piloto y copiloto (no tiene salidas para los asientos traseros), así como luneta térmica, ventilación, etc. Entre ambos, un indicador de “camera” se iluminará cuando metamos marcha atrás para informarnos de que la cámara de ayuda para el aparcamiento está conectada.
El salpicadero es de plástico blando, salvo la consola central y la parte superior del cuadro que es de plástico duro, pero bien acabado. El resto, como decía blando al tacto, acolchado, se le ve de buena calidad, a la par con el volante, aunque este en cuero. Precisamente en el volante, encuentro el primer defecto del Qashqai. Si elogiaba hace un momento la comodidad de los mandos de la consola, no puedo decir lo mismo del volante. Especialmente los que manejamos con la mano izquierda (volumen, menú y teléfono) resultan excesivos. No es práctico tener tantas funciones, pues en ocasiones es incómodo llegar a los de más abajo. Con la mano derecha pondremos en funcionamiento el cruise control y el limitador de velocidad.