Diseño/Estética
Calidad de acabados
Equipamiento
Habitabilidad
Maletero
Motor/Refinamiento
Prestaciones
Consumos
Transmisión
Dirección
Comportamiento
Relación valor-precio
7
Notable
El Beetle Cabrio con la última actualización mejora bastante algunos apartados en los que se había quedado atrás y de paso recibe motores más modernos adaptados a la Euro 6. Sigue siendo un coche caro, de diseño único que compra con el corazón
Cuando en Volkswagen decidieron relanzar el Beetle nadie esperaba el éxito comercial que obtendría durante sus primeros años, con largas listas de espera en muchos mercados internacionales. Especialmente elegido por las mujeres, para la segunda entrega apostaron por una imagen más deportiva y dinámica que captase la atención del género masculino.
Emparentado con el Volkswagen Golf VI, el Beetle se ha convertido en la alternativa “chic” de la firma alemana en el segmento compacto y además ofrece en su versión descapotable la opción más barata para poder disfrutar al aire libre, situado por precio en un escalón inferior al todavía a la venta Golf Cabrio de sexta generación.
A principios de este año 2015 la gama del Beetle sufrió algunas modificaciones actualizando la dotación disponible e introduciendo mecánicas adaptadas a la normativa Euro 6. He tenido la oportunidad de probar durante algo más de una semana un Beetle 2.0 TDI 150 CV con acabado R-Line y caja de cambios DSG con seis velocidades, dejándome unas impresiones positivas aunque con matices.
Diseño
No hay duda alguna que la principal razón de ser del Beetle Cabrio está en su estética. Fiel en sus proporciones al modelo original, este descapotable tiene unos trazos que todavía hoy hacen girar muchas cabezas a su paso, especialmente si se acompaña del atractivo paquete deportivo R-Line.
Ya sea con capota o sin ella, este descapotable tiene un estilo único y reconocible al primer vistazo. De serie se incluye una funda para cubrir la lona cuando está plegada que lo acerca todavía más al modelo original aunque he de matizar que la unidad testada no la tenía (tampoco el deflector de viento).
Como buen producto de capricho Volkswagen propone diferentes opciones de personalización para que cada cliente pueda adaptarlo a sus gustos. Hay varios tipos de llantas de aleación, adhesivos decorativos, carcasas para espejos, etc.
Interior
Nada más abrir la puerta del Beetle se respira un cierto aire retro aunque con muchos elementos actuales ya conocidos en otros automóviles de la marca. En general la presentación resulta vistosa y todos los mandos están colocados en el sitio correcto para que el conductor no tenga que retirar la vista de la carretera.
El problema principal está en la calidad de los materiales empleados, siempre duros y sensibles a posibles arañazos con cualquier cosa que los roce. Ya sean los de las puertas o bien los del salpicadero, no transmiten la misma sensación de solidez que encuentras en un Volkswagen Golf e incluso un Polo.
Con la intención de reducir esa sensación “pobre” que dejan los plásticos, el Beetle recurre a una moldura central pintada a juego en el color de la carrocería que recorre todo el salpicadero. También hay manetas de puertas cromadas y la zona que bordea el sistema de sonido incluye apliques en negro lacado pero, con todo, es insuficiente y poco apropiado teniendo en cuenta su precio.
La última actualización ha permitido introducir los sistemas de info-entrenimiento con pantalla táctil de 6,5 pulgadas y la máxima conectividad: Full Link, Car-Net, bluetooth, puerto USB, control por voz e incluso el control de la cámara de marcha atrás si se equipa. En general tiene un funcionamiento rápido y su manejo es de los más intuitivos del mercado.
La instrumentación pretende hacer un pequeño guiño al pasado englobando la información en tres esferas. La del velocímetro es muy grande y cuenta en su parte inferior con una completa pantalla multifunción. Las otras dos esferas son pequeñas y de ahí que el cuentarrevoluciones no se lea con tanta facilidad.
Repartidos por todo el interior hay varios huecos para depositar objetos pero en ningún caso son grandes, con la única excepción de la guantera principal. Las bolsas de las puertas por ejemplo son casi inútiles al estar abiertas y con una cinta elástica como única barrera para que no se caigan (y lo harán si son pequeños, como un móvil o las llaves).
Equipamiento/precio
Las posibilidades de equipamiento en la oferta Beetle han ido mejorando con el paso del tiempo, si bien la mayoría de elementos interesantes quedan en la lista de opciones. La gama actual contempla los niveles Beetlemania, Design, Sport, Karmann y R-Line, este último el protagonista de la prueba.
Al ser el más caro de todos viene bien equipado de base. Entre otras cosas incluyen el climatizador automático de dos zonas, sistema de sonido con pantalla de 6,5 pulgadas, bluetooth, puerto USB, lector de tarjetas SD, faros de xenón, antinieblas, control de crucero, sensor de lluvia, encendido automático de luces, , ordenador de viaje, sensores de parking delanteros y traseros, etc.
Entre las muchas opciones que puede tener hay que destacar el tapizado en piel, asientos calefactables, alerta de objetos en ángulo muerto y en maniobras de marcha atrás, cámara posterior, alarma, instrumentación adicional en salpicadero, sistema de acceso y arranque sin llave, navegador y el sistema de sonido Fender.
Aunque oficialmente el Beetle no tiene una campaña muy elevada de descuento, sí es de sobra conocido que a pie de concesionario los precios se reducen notablemente respecto a los recomendados. En este caso el Cabrio 2.0 TDI 150 CV DSG R-Line tiene un precio base de 35.960 € que subirán hasta rozar los 40.000 € si lo quieres como aparece en las fotos. Posiblemente en plena charla con el comercial el coste final podría bajarse unos 4.000 € sin demasiadas complicaciones.