A falta de unas horas para que comience la 87º edición del Salón de Ginebra todas las marcas están desplegando todo su esplendor para acaparar al máximo la atención de los medios, estos días la capital mundial del automóvil está en la capital suiza y los fabricantes lo saben. Rolls-Royce tampoco ha querido perder esta oportunidad y ha anunciado que en dicho salón exhibirá elegancia y gusto a altísimos niveles, tal y como nos tiene ya acostumbrados. Destacando eso sí su capacidad de personalización de la mano de Bespoke para adaptarse a las duras exigencias de sus clientes.
En primer lugar nos han presentado el «Dawn Inspired by Fashion» que gracias a sus tres combinaciones de color es capaz de adaptarse perfectamente a las prendas de alta costura que vestirán sus adinerados propietarios. Además con el Black Badge Wraith se lanzarán a por sus clientes más atrevidos y jóvenes que busquen un diseño elegante a la par que deportivo. Pero sin duda la joya de la corona es su nuevo acabado de pintura denominado “Diamond Stardust”.
Conformado por más de 1.000 diamantes molidos, podríamos estar perfectamente ante uno de los ‘extras’ más caros de la historia del automovilismo. El encargado de portar semejante acabado es el Rolls-Royce Ghost Elegance, el primer coche de lujo con un acabado de pintura fabricada con diamantes. Este vehículo ha sido encargado por un cliente muy especial, llevando el concepto Bespoke a una nueva dimensión.
Esta pintura tan especial ha sido creada por los artesanos de la Casa de Rolls-Royce en Goodwood, en un arduo proceso al que han sido sometidos nada menos que mil diamantes, además la marca británica asegura que han sido obtenidos «de forma ética«. Las pruebas llevadas a cabo con cada diamante son realmente complejas y exhaustivas con el fin de garantizar un nivel de luminosidad perfecto en el acabado de esta pintura.
Gracias al uso de microscopios han conseguido analizar cuidadosamente cada piedra preciosa, especialmente algunas características como su capacidad de transmisión y reflexión de la luz. El mayor desafío ha sido producir una combinación fluida con la pintura y su capacidad de extenderse suavemente sobre una superficie de modo que los diamantes fueran imperceptibles al tacto.