Hay coches con mucha historia a sus espaldas, pero solo en remotas ocasiones podemos encontrar modelos en subastas que dieron el comienzo de un auténtico imperio. Este Shelby Cobra es uno de ellos, que construido a mano por el mismísimo Carroll Shelby dio inicio al legado de la marca americana allá por los años 60. Y para colmo, su único propietario fue nada menos que su constructor y fundador de la marca.
Podemos decir sin lugar a dudas que es el original y el único. El primero de todos los «Cobras» desde el año 1962 hasta nuestros días, un legado que todavía sigue vivo y dando mucha guerra. Todo comenzó cuando Carroll decidió poner bajó el capó de su creación un motor Ford V8 de 4.260 centímetros cúbicos calzado con unas ruedas de fabricación británica AC Ace. Denominado CSX 2000, serviría como prototipo y base para desarrollar la producción del legendario modelo.
Shelby fue el propietario de este coche a lo largo de toda su vida, lo mantuvo y lo cuidó desde el primer momento en el que fue construido. Este Cobra tan especial nunca abandonó las manos de su creador, era su coche personal y no permitió que nadie se lo quitará de las manos hasta que falleció en el 2012, dejando atrás todo un legado que hoy en día sigue en pie.
Quizás penseis que ha sido un coche mimado en exceso y que ha estado toda su vida bajo una lona de algodón escondido en algún garaje bajo llave, pero la realidad es bastante diferente, de hecho este mismo CSX 2000 fue enviado a múltiples medios de motor para ser probado tras hacerse público, y Carroll Shelby con la intención de hacer creer a todo el mundo que ya había construido toda una flota de Cobras pintaba el mismo coche de un color diferente cada vez que iba a ser probado por un medio, confundiendo así a los periodistas. Cada revista pensaba que había probado un coche diferente, sin embargo, todos habían probado el mismo coche y la leyenda del Cobra empezó a escribirse.
Según la compañía encargada de subastar el Shelby Cobra: «Es sin excepción, el coche deportivo más importante y capaz de reescribir la historia jamás visto en una subasta, después de 50 años de propiedad y sin tener que abandonar el cuidado de su padre fundador«.
Puede parecer algo exagerado, pero no lo es. Este modelo cambió definitivamente el curso de la historia como ninguno otro lo hizo, llevó a Ford a convertirse en una auténtica potencia en competición e inició la tradición de los motores delanteros y tracción trasera que llega hasta la industria en la actualidad. Sin duda es un modelo que pone la piel de gallina, de los auténticos roadster de antes que te hará sentir el viento en la cara y divertirte como un niño al volante.