No es ningún secreto que en los países nórdicos la cultura del coche eléctrico está calando muy hondo, sin embargo, todavía quedan algunos escépticos que prefieren seguir moviéndose en potentes y deportivos modelos, como es el caso de Evald Jåstad, un taxista noruego cuya herramienta de trabajo es nada menos que un Ford Focus RS.
Recordemos que el Ford Focus RS es uno de los compactos deportivos más suculentos que hay actualmente en el mercado, y gran parte de la culpa de su éxito la tienen el insaciable motor EcoBoost de 2.3 litros con 350 CV y algunas ‘chucherías como el ‘Drift Mode’.
Probablemente nunca te lo imaginarías convertido en un taxi más allá de alguna acción promocional de Ford Performance, sin embargo, es tan real como la vida misma y los clientes habituales de la zona ya han apodado al coche como “Rayo azul” por su capacidad de alcanzar los 100 km/h desde parado en solo 4,7 segundos a través de los acantilados Trolltunga en Odda (Noruega).
Jåstad compró el Focus RS hace ya año y medio y el cuentakilómetros ha superado holgadamente los 100.000 kilómetros (127.000 km), por lo que no parece irle nada mal, aunque lógicamente su gasto en gasolina es bastante superior al de cualquier taxista convencional con un Prius… Es más, podéis ver una comparativa respecto a otros modelos de taxi en la siguiente tabla:
Modelo | Focus RS | Taxi TX4 de Londres | Toyota Prius |
0-100 km/h | 4,7 segundos | N/A | 10,6 segundos |
Velocidad máxima | 268 km/h | N/A | 180 km/h |
Motor | Motor de gasolina EcoBoost 2.3 litros | Motor diésel 2.8 litros | Motor híbrido de gasolina de 1.8 litros |
Potencia | 350 CV | 110 CV | 122 CV |
Características especiales | Modo derrape | Giro circular de 7,62 metros | Modo de conducción eléctrico |
Miembro del club Focus RS noruego, este taxista disfruta de su herramienta de trabajo como lo haría cualquier aficionado a los rallies, pues junto al placer profesional, Evald también se emociona a diario llevando a su hijo Martin al colegio, un recorrido de 16 kilómetros a través de espectaculares paisajes escandinavos. Tal y como relata, “no hay mucha gente que pueda decir que hace realidad sus sueños y, desde luego, yo soy uno de
ellos. Cuando llevo a Martin a la escuela, siempre grita ‘Bånn gass! Bånn gass! (¡Dale caña!¡Dale caña!)«.