Puede que no lo recuerdes, pero a finales de la década de 1980 y comienzos de 1990 se puso muy de moda el uso de pegatinas en los automóviles como técnica comercial para aumentar las ventas. En realidad, era más o menos como un frenesí de pegatinas, y ya no os quiero ni contar lo que ocurría con todos aquellos modelos a los que se les colgaba el cartel de ‘edición especial’…
Los fabricantes de automóviles tenían la impresión de que los compradores acudirían en masa a los concesionarios en cuanto vieran un automóvil que tuviera una pegatina con las palabras Turbo, GTI, ABS o SRS Airbags en el parabrisas trasero, por lo que prácticamente todas las marcas comenzaron a anunciar a bombo y platillo sus novedosas tecnologías mediante el uso de adhesivos muy visibles en sus modelos.
La mayoría de ellos reflejaba características nuevas e innovadoras (en aquél momento) como el sistema de frenos antibloqueo o los airbag, dos sistemas de seguridad que ahora están presentes en más del 99% de todos los vehículos nuevos que se venden en todo el mundo. Es más, probablemente muchos recordéis cómo ambos sistemas comenzaron a instalarse de serie en los automóviles alemanes, comenzando por Mercedes-Benz a principios de los ’80, aunque en poco más de una década casi todos sus rivales tenían dispositivos SRS (Supplemental Restraint Systems).
Sin embargo, ese no fue el caso de Audi, quien no ofreció airbags en sus automóviles en una escala similar a la de sus competidores hasta mediados de la década de 1990. Concretamente, hasta 1994, en el parabrisas trasero de casi todos los Audi se podía leer una pegatina que decía «quattro» o «Procon-Ten», un sistema de seguridad en caso de choque bastante complicado que los chicos de Ingolstadt empleaban en lugar de los airbags. Pero, ¿en qué consistía este curioso sistema?
Simplemente podríamos pensar que la firma de los cuatro aros llegó tarde a la fiesta en el desarrollo de bolsas de aire para sus automóviles, pero la realidad es muy diferente. Todo comenzó en 1970, cuando se construyó la primera sala de pruebas de choque de Audi y los accidentes automovilísticos comenzaron a recibir una mayor atención por parte del fabricante alemán. Todo un equipo de ingenieros comenzó a estudiar los impactos del choque frontal y cómo los pasajeros debían estar mejor protegidos en este desafortunado escenario, en el cual se culpaba al volante y la columna de dirección de la mayoría de muertes.
En lugar de desplegar una bolsa de aire entre el conductor y el volante en caso de choque, Audi simplemente optó por sacar el volante de la ecuación. No era magia, solo tecnología, aunque sin conocer todos los elementos ocultos que lo hacían funcionar probablemente parezca un tanto inquietante.
Nacía así en 1986 el sistema “Procon-Ten” (o programmed contraction and tension -contracción programada y tensión-), consistente en que, en caso de colisión frontal, la columna de dirección se contraía para alejar el volante del conductor, al mismo tiempo que los cinturones delanteros se tensaban. Mientras que otros fabricantes desarrollaban bolsas de aire como un sistema de sujeción complementario a los cinturones de seguridad, este sistema fue realmente útil, reduciendo el riesgo de lesión en la cabeza del conductor.
Ya sabemos que, en una colisión frontal, el motor tiende a desplazarse hacia el habitáculo, por lo que este sistema consistía en unos cables de acero montados inmediatamente detrás del motor -conectando la columna de dirección, los cinturones de seguridad delanteros y el motor- que, al recibir el impacto, se tensaban y, mediante un juego de poleas, retiraban el volante de delante del conductor y tensaban los cinturones de seguridad, sustituyendo así tanto a los pretensores como al airbag para mantener a los pasajeros alejados del tablero de instrumentos.
Además, como Audi montaba sus motores longitudinalmente y lo más cerca posible del parachoques delantero, esta tecnología funcionó aún mejor de lo que debería, resultando el único sistema de su clase. Podía encontrarse desde 1986 en los Audi 100 y 200, los equipados con bloque V8, pero también se empleó en ciertos modelos de Audi 80 y 90. Los últimos modelos en equiparlo se fabricaron en 1994, pasándose la marca definitivamente al airbag, pues estos ya resultaban más fiables y el sistema ‘Procon-Ten’ era demasiado pesado.
En cualquier caso, quien sabe si con el advenimiento de materiales más ligeros y baratos existe la (pequeña) posibilidad de que podamos volver a ver algo similar de Audi en el futuro. Si tenemos en cuenta que el fabricante alemán todavía tiene registrada la marca comercial «Procon-Ten», no sería descabellado el retorno de un sistema similar, pues aquellos que hayáis experimentado un impacto frontal en el coche sabréis que el airbag no es precisamente esponjoso e incluso puede dejarte con la nariz rota, sin prejuicio de que te salve la vida.