No cabe duda alguna de que la Volkswagen T1 es todo un icono de la automoción y de la vida hippie, pero cuando además se trata de una unidad tan peculiar como la que os traigo hoy, la cosa mejora hasta límites insospechados. Normalmente, hablamos de ella como un clásico de culto caracterizado por un pequeño motor refrigerado por aire en la parte posterior. No partía cuellos ni mucho menos con su aceleración, pero su estilo atemporal consiguió -y consigue- enamorar a niños y mayores.
Sin embargo, ¿qué pasaría si para rendir homenaje a la furgoneta más pintoresca de Volkswagen la convirtiéramos en todo lo contrario a lo que está acostumbrada a ver la gente? Pues algo así debió de pensar el creador de esta criatura más digna del tuning y el dragster que de la vida hippie.
De acuerdo con Engine Swap Depot, Mike Rowan encontró esta Volkswagen T1 de 1963 abandonada en el campo y se hizo con ella por tan solo 275 dólares, unos 260 euros al cambio. Lo curioso es que en vez de restaurarla al modo tradicional decidió convertirla en un vehículo salvaje, de esos que rara vez te encontrarías por la carretera, y desde luego no es para menos, porque el gigantesco motor V8 de 7.6 litros con 594 CV y óxido nitroso que lleva en posición central da mucho miedo.
Sí, es tan sorprendente como absurdo, pero ya sabéis como es el mundo de las preparaciones. Junto con el aumento de potencia, Rowan también ha equipado su T1 con el diferencial de un Lincoln Continental y unos neumáticos de proporciones bíblicas, algo lógico si tenemos en cuenta que la joyita es capaz de alcanzar el cuarto de milla -unos 400 metros- en solo 12,2 segundos. Si quieres saber más, su creador te lo cuenta en este vídeo.