La quinta generación del Toyota Supra ha sido concebida como un automóvil deportivo en su forma más pura, sin compromisos que disminuyan el placer de la experiencia de conducción. El ingeniero en jefe Tetsuya Tada se ha adherido a la forma clásica de un motor de seis cilindros en línea, montado en la parte delantera y a la más que amplia colaboración de BMW para dar a luz su nuevo deportivo.
Lo mismo ocurre en el interior, donde confort, tecnología y deportividad se dan la mano, todo ello en un envase de corte premium con motivo de la mencionada colaboración con la firma bávara. Es, indudablemente, un gran coche, quizás no tan icónico como la última generación de 1994, pero en todo caso uno de esos pocos deportivos de los que ya no quedan.
Han sido muchos los que han criticado el modelo en los últimos meses, pero pocos han sido los que realmente han visto todo su potencial. Es el caso de Daigo Saito, un piloto de drift que ha elegido el modelo nipón como su última herramienta de trabajo. Aunque no hay muchos detalles por ahora, se pueden apreciar importantes novedades estéticas como los paneles de la carrocería ensanchados, un nuevo esquema de suspensiones y neumáticos de mayor tamaño.
Pero no sólo hablamos del primer kit de ensanche para el modelo. También son muchos los que han criticado que el bloque B58 de BMW no es un motor capaz de soportar grandes sobredosis de potencia como sí que ocurría con el popular bloque 2JZ nipón, de ahí que CX Racing ya haya anunciado que ofrecerá la posibilidad de instalar el icónico motor en el nuevo Supra A90, pero Saito se le ha adelantado.
El piloto no sólo ha equipado su nuevo juguete con el bloque 2JZ , sino que ha incrementado la potencia de este hasta unos nada despreciables 800 CV, frente a los 280 CV originales que desarrollaba en Japón. No me extraña que siempre haya sido considerado como uno de los mejores motores de alto rendimiento jamás producidos por las ingentes cantidades de potencia adicionales que se pueden extraer del mismo con leves modificaciones.