Durante tres generaciones y durante más de 50 años, el nombre Cooper se ha identificado con un MINI que ofrece aún más placer de conducir. La idea, pensada por el brillante diseñador de Fórmula 1 John Cooper, de dotar al pequeño y ágil coche con un toque adicional de rendimiento y convertirlo en una máquina deportiva, tanto para la carretera como para la pista, no ha perdido ni un ápice de su atractivo. Pero el Cooper nunca se había propuesto destacar en lo que respecta a la potencia, como se demuestra claramente al comparar el MINI clásico con sus dos sucesores. La clave aquí es el principio básico de la creatividad en el uso del espacio combinada con la sensación de correr en un kart, que es el hilo conductor a lo largo de las tres generaciones del pequeño y legendario coche.
El MINI clásico se hizo a medida para recorrer carreteras plagadas de curvas cerradas y su apariencia aún hace honor a su contenido hoy en día, ayudado por los vigorosos 46 kW/63 CV disponibles en un MINI Cooper hacia el final de su ciclo de producción. El Cooper clásico se fabricó hasta el otoño del año 2000 y por esa época, su sucesor ya estaba preparado en la línea de salida. A diferencia del MINI original, el nuevo modelo estaba disponible en la variante Cooper desde el principio. Y con 85 kW/115 CV bajo el capó, hizo honor a su nombre. Desde el primer momento, el bloque motor y el chasis del coche formaron una armoniosa alianza para proporcionar un insuperable placer de conducir. Tal y como John Cooper había comprendido, en algunas ocasiones, la verdad es que lo bueno nunca es demasiado. Hace cincuenta años, presentó el MINI Cooper de 70 CV y hoy, su descendiente más joven pone sus 135 kW/184 CV a disposición de su conductor. Por si eso no fuera suficiente, el motor turboalimentado que propulsa el MINI Cooper S también establece el punto de referencia para la eficiencia en su categoría de potencia.
Cuando Alec Issigonis se dispuso a desarrollar un nuevo coche pequeño para la British Motor Corporation a mediados de la década de 1950, sus prioridades fueron el espacio y el precio. En realidad, con una longitud de más de tres metros, el MINI clásico ofrecía un habitáculo asombrosamente generoso para los pasajeros y su equipamiento. Issigonis se decidió por una instalación transversal del motor de cuatro cilindros en la parte delantera, debajo de los cuales se encontraba la caja de cambios situada en vertical entre las ruedas. La disposición de las ruedas en los extremos del coche y los cortos voladizos hicieron el resto. Era pequeño por fuera pero espacioso en el interior, por no mencionar su peso, de unos 600 kg.
John Cooper, amigo y socio empresarial del creador de MINI, Issigonis, y ganador de dos títulos del mundial de constructores de Fórmula 1, se dio cuenta rápidamente del potencial dinámico del coche y en 1961, el primer MINI Cooper salió a la carretera. La producción del Cooper se suspendió temporalmente en 1970, pero para esa época, el emblema de MINI Cooper hacía tiempo que se había convertido en el distintivo de un pequeño coche ágil y deportivo.
Además de la intervención de John Cooper, el lanzamiento de su famosa carrera deportiva también se basó en la brillantez del chasis del MINI clásico.
Cuando apareció el sucesor del coche original en 2001, quedó claro que sería necesario un chasis con una tecnología muy avanzada para marcar nuevamente el placer de conducir. El MINI Cooper aceptó el reto con estilo, gracias a los montantes amortiguadores MacPherson en el eje delantero, a los ejes traseros de igual longitud, al eje trasero multibrazo único en el segmento de coches pequeños, a los frenos de disco en las cuatro ruedas y al sistema DSC (control dinámico de estabilidad).
Fuente: MINI
Un artículo ofrecido por Autonocion.com: Blog de coches, novedades y noticias del motor