La era comunista dio vida a numerosos automóviles, muchos de los cuales hoy en día apenas permanecen siquiera en el recuerdo de los más mayores. Sin embargo, entre ellos estaba el Trabant, un pequeño utilitario con carrocería de fenoplast (resina fenólica) y un motor de dos cilindros a dos tiempos que solía ser un espectáculo común en las carreteras de Europa del Este hace unas pocas décadas.
En su día la demanda era tal que para adquirir un Trabant había que apuntarse en una lista y esperar hasta 10 años o bien acudir al mercado negro, y sin embargo en la actualidad apenas podemos encontrar unidades de este peculiar modelo. Aunque quedan pocos, la mayoría de los supervivientes se conservan en buen estado, como este Trabby del que os hablamos hoy y cuya historia se remonta 14 años atrás, en Polonia, cuando su actual propietario lo compró con la intención de restaurarlo.
Al profundo trabajo de la carrocería se unen una profunda mejora del habitáculo y múltiples retoques mecánicos. En sus inicios, el propietario de este Trabant decidió que el motor de 1.1 litros de un viejo Volkswagen Polo sería suficiente, pero rápidamente cambió de idea para darle algo más de potencia. Con el paso de los años, este pequeño modelo alemán ha visto bajo su capó un propulsor de 1.3 litros, otro de 1.8 litros e incluso un motor 2.0 litros de un Golf GTI.
Cuando parecía que la reforma había llegado a su fin, el ilusionado propietario tuvo un accidente a los mandos de un Audi TT, y adivinad donde acabó el motor del coupé de Ingolstadt. Efectivamente, bajo el capó de nuestro querido Trabant, al cual no solo le instaló el motor turbo de 1.8 litros, sino también la tracción total Quattro, el ABS y el ESP.
Tras su última actualización, este Trabant es capaz de desarrollar una potencia total de 270 caballos a 5.700 rpm y un par máximo de 369 Nm a 4.500 rpm, lo que le permite acelerar de 0 a 100 km/h en sólo 4,5 segundos y alcanzar los 200 km/h en 15,5 segundos. Para para hacer frente al extra de potencia, el propietario también ha instalado el sistema de frenos de Audi, con discos de 312 mm en la parte delantera y 256 mm en la parte trasera. Desde luego, no está nada mal.
Coño, y estéticamente hasta me pone!!!
Lo parte lo mires por donde lo mires!
Pa matarse