Han pasado 60 años desde que el Skoda 1100 OHC llegó al mundo y en la actualidad solo quedan dos ejemplares con vida de este coche de carreras tan característico y bello. Destila deportividad y sus formas aerodinámicas derrochan adrenalina por los cuatro costados con una estética que aún hoy nos enamora.
Skoda fue fundado en 1895 en República Checa, lo que la convierte en uno de los fabricantes más longevos que existen en la actualidad, a lo largo de todos estos años ha desarrollado todo tipo de coches de carreras, como este pequeño que fue bautizado como 1100 OHC. Un biplaza considerado el sucesor directo del famoso Skoda Sport y Supersport.
Su peso es realmente bajo, gracias entre otras cosas a que su carrocería estaba fabricada de plásticos reforzados con fibra de vidrio, lo que permitió a Skoda que este biplaza solo pesara 550 kilogramos sobre la báscula. Es pequeño, manejable y divertido, y es que solo mide 3880 milímetros de largo, 1430 mm de ancho y 964 mm de alto, lo que lo convierte en casi «un juguete» para el piloto que se ponga al volante. Durante la fase de desarrollo inicial el coche tenía faros plegables retráctiles pero estos serían reemplazados más tarde por unos fijos protegidos con fundas de plexiglas para hacer su cuerpo más aerodinámico.
Su suspensión es de barra de torsión y además era tracción trasera, lo que aumentaba la adrenalina en circuito. Gracias a su distribución de pesos casi perfecta adelante y atrás la tracción funcionaba a la perfección. En sus entrañas esconde un bloque de 1,1 litros con cuatro cilindros en línea situado en la parte delantera y equipado con dos árboles de levas en la culata. El combustible elegido para alimentar al 1100 OHC era de octanaje alto proveniente de la aviación, y su motor producía un total de 92 caballos de potencia a 7.700 rpm con una velocidad máxima de 200 kilómetros por hora.
En la actualidad solo dos modelos han sobrevivido al paso del tiempo, y uno de ellos está expuesto en el Museo Skoda, en Mladá Boleslav (República Checa). Además la marca construyó dos coupés con un cuerpo de aluminio cerrado que aumentó su peso hasta unos 618 kg, pero sin embargo no queda rastro de ellos ya que ambos sufrieron diversos accidentes. La buena noticia es que Skoda está trabajando duro en devolver a la vida uno de ellos utilizando un chasis que se ha preservado hasta nuestros días.