En la era del DOHC, el doble turbocompresor y la hibridación de 48 voltios, Ford pega un golpe sobre la mesa con su salvaje motor V8 de 7.3 litros diseñado y construido por la propia compañía del óvalo azul. Dicho bloque se une a la gama junto al V8 de 6.2 litros y, además, se consolida como el V8 de gasolina más potente de su clase.
Podríamos considerar este motor como el sucesor espiritual del Windsor V8 que se fabricó desde 1961 hasta el año 2000, incorporando una tecnología mucho más avanzada y mejoras estructurales que aumentan la resistencia de la culata, el bloque, las bielas y los cojinetes. Como no podía ser de otra forma, Ford lo equipa en el brutal Super Duty 2020.
A pesar de que emplea un sistema de escape bastante convencional, su sonido es digno de escuchar, tal y demuestra este vídeo que os traigo hoy.
Hablamos de un motor que ofrece un alto rendimiento, con una cifra total de potencia de 436 CV y 590 Nm de par máximo. La inyección central de combustible garantiza un mantenimiento simple y un alto flujo de aire, al tiempo que el bloque de hierro fundido garantiza la máxima resistencia y rigidez para una mayor durabilidad.
Los inyectores de enfriamiento ayudan a los pistones a obrar su magia, mientras que la sincronización variable de levas mejora la eficiencia siempre que sea posible. En cuanto al árbol de levas en bloque, este reduce la altura y anchura del motor. Además, el cigüeñal es de acero forjado y la bomba de aceite de desplazamiento variable, proporcionando una mayor lubricación y menores pérdidas en condiciones de baja carga.