El coronavirus parece que llega haciendo mucho ruido y aunque la mayoría de lo relacionado con este desconocido virus es preocupante, parece que quitando la salud y la economía, el coronavirus podría estar teniendo algunos aspectos positivos tal y como están subrayando algunos grupos de activistas apoyados por agencias como la propia NASA que hace semanas nos sorprendió con una imagen satélite que nos mostraba cómo el parón industrial y las fiestas del Año Nuevo Chino habían hecho que la contaminación se desplomara.
Según los activistas, los gobiernos deberían actuar con la misma urgencia sobre el clima que sobre el coronavirus y es que esta crisis sanitaria es una prueba más de que las emisiones se pueden reducir y que es la actividad humana la que está causando la contaminación en el planeta.
A diferencia de la respuesta al calentamiento global, el coronavirus ha demostrado cómo los líderes políticos y corporativos pueden tomar medidas radicales de emergencia siguiendo el consejo de los científicos para proteger el bienestar humano y es que si la salud importa con un virus cuya tasa de mortalidad dicen, es muy baja, debería de funcionar igual con la contaminación y es que esta mata a más personas al año que este nuevo virus.
En China, la fuente de la enfermedad y el mayor emisor de carbono del mundo, las acciones tomadas por las autoridades han demostrado recortes en emisiones de al menos el 20% y en algunas ciudades las restricciones han hecho que las conocidas «smog» -nieblas de contaminación- desaparezcan y los ciudadanos puedan volver a apreciar el color del cielo.
Los analistas dicen que es posible que esto conduzca a la primera caída de las emisiones mundiales desde la crisis financiera de 2008. Este -esperemos corto periodo de cese de emisiones- podría permitirnos ganar algo de tiempo en la lucha contra la contaminación.
Siguiendo el consejo de las autoridades de salud, millones de personas están evitando los viajes, las compras y el teletrabajo está haciendo caer las emisiones que antes se producían en los desplazamientos hacia los puestos de trabajo. Si a esto le sumamos que se han cancelado centenares de vuelos y se han cerrado fábricas en todo el mundo, el cóctel está servido.
Y sí, las emisiones han caído porque en los últimos días se han suspendido multitud de eventos importantes como el Salón del Automóvil de Ginebra, alguna carrera de Motor –Moto GP y F1– o el Mobile World Congress entre otros, pasando por aplazamientos como el de eventos de moda, comida, congresos médicos o las mismas Fallas o la Magdalena.
El tráfico aéreo mundial disminuyó un 4,3% en febrero con cancelaciones de decenas de miles de vuelos a las zonas afectadas y se espera que en marzo la caída se mantenga o pronuncie un poco más.
Es un cambio pero no es nada significativo si tenemos en cuenta que si no cambiamos la mentalidad no veremos cambios a largo plazo y eso que sólo con el parón de China, se estima que hasta ahora se han ahorrado la emisión de 200 megatoneladas de CO2.
Los analistas dicen que es demasiado pronto para saber si el coronavirus empujará las emisiones globales de CO2 hacia el camino descendente que se necesita para que el mundo tenga alguna esperanza de mantener el calentamiento global controlado.
El autor y ecologista estadounidense Bill McKibben recientemente ha comentado que ningún ambientalista debería aceptar una crisis, pero que sí se podría aprender de ella. Además de esto ha subrayado que esto puede ser una demostración de que las personas pueden cambiar y aprender de las situaciones sobrevenidas.
Esta pequeña crisis sanitaria podría ser el punto de inflexión en el cambio hacia una sociedad con mayor posibilidad de teletrabajo, menos reuniones presenciales y una menos movilidad.
¿Tú que opinas?